Reunidos todos

10 octubre 2008

Este par de semanas he tenido suficientes motivos para plantearme la capacidad coordinación de varios grupos de trabajo tras haber asistido a varias reuniones. Las tres, en su ámbito, se enfrentaban a la misma decisión: ampliar su actividad. Abreviando:
  • La reunión A era el más amplio (+ de 30 representantes) y cada subgrupo venía de unas siglas y un territorio de la península.
  • La reunión B era la más reducida, pero en ella había representantes de diferentes asociaciones unidos por un tema, todos del mismo territorio (Huesca).
  • La reunión C era el único colectivo unido a priori y además del mismo territorio (Huesca).
Las oscenses de B y C no me dejaron la sensación de haber sido lo suficientemente útiles, sin embargo fue por razones diferentes: C decidió no actuar si no llegaba al consenso primando la unidad del grupo; sin embargo en B, cuyos participantes no tenían la necesidad de mantener esa unidad, la mayoría no tuvo voluntad de trabajar más allá de su tema ni de actuar al respecto pese a que al ser reducido podrían haberse puesto de acuerdo.
Los efectos de la misma conclusión en ambas reuniones fueron un reforzamiento del grupo de C y un gran desgaste en B.

Pues bien, lo cierto es que pensaba que de entrada el que más complicado lo tendría sería la A, pero resultó ser la que más y mejor ha sacado en claro: sentimiento de unidad, acciones concretas, documentos completos consensuados y ni la más mínima necesidad de votar, todo por consenso.

Comparando los resultados, me quedo tranquilo con la conclusión de que el factor determinante en una reunión provechosa no es el origen ni el número de participantes, sino la voluntad y unos objetivos claros.

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