Pecador de la Hoya

15 octubre 2008

En la Academia se ha propuesto algo que me ha acabado llamando la atención y a lo que he dedicado alguna reflexión: Siete pecados (concurso de microrrelatos) [plato recomendado] por proponer el reto de condensar en menos de 100 palabras aquello a que los teólogos han dedicado bibliotecas enteras.

Así que ya sabes, si estás leyendo esto y no has participado todavía en ninguno de los 3 PC's que llevamos ya, no sé a qué esperas. Por mi parte, poco más que decir, salvo lo que va saliendo allí. El caso es que mi única queja es que una de las bases no permite titular los microrrelatos y me quedaba la espinita, así que aquí los tenéis; los publicados y el resto.

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PEREZA: '5 minutos, más o menos'
Desconectó la alarma con un torpe movimiento mecánico y se dio los cinco minutos de siempre. Y como siempre, apenas notó cómo ella, silenciosa, dejaba su cama.
Al despertar, tan tarde como de costumbre, tampoco aquel día reconoció la mezcla de olores de todas aquellas mañanas no vividas que le habían abandonado.

IRA: 'Para siempre'
Mariposas en la barriga, la sangre a flor de piel, cosquillas en la nuca, la vida de color rosa, sonrisa permanente, las manos como tontas,... amor. Color de Amaranto, la flor que nunca muere, salpicado en el suelo de su habitación. En las úlceras de su estómago, en sus venas desgastadas, en la base de su cráneo, en las cuencas de sus ojos enrrojecidos, en sus dientes apretados, en sus nudillos abultados... dolor.
Ahora, ahora sí compartirían la eternidad, porque sólo quien amó desde lo más hondo de su corazón puede odiar con toda su alma.

AVARICIA: 'Sólo mía'

La acariciaba mentalmente cada noche en el silencio de su soledad, vacío y cansado. La había acumulado durante tanto... al principio tímidamente, como en privado, más tarde a manos llenas, ajeno a todas las miradas inicialmente reprobatorias y celosas después. Le gustaba recordar cómo había ido perdiendo su familia, la confianza de sus amigos o el respeto de sí mismo cada vez que añadía un poco más al montón.
Se tapó la boca, conteniendo una risa complaciente. Ya era suya, toda la que era capaz de abarcar, y sonreía pensando que nadie, ni siquiera él, podía arrebatarle toda su miseria.

GULA: 'Vacío'

Se dedicaba metódicamente a ello en cada momento y con la mayor de las diligencias, sin tomarse vacaciones ni festivos. Le gustaba aquel trabajo, disfrutaba con cada paletada pese al sudor y el esfuerzo que algunos días tenía que soportar, pero jamás se quejó.
Lo adoraba, y se entregaba.
Porque sabía que hay que ser muy constante para conseguir llenar un agujero con vacío.

LUJURIA: 'Ca(n)dencia'

Recorría veloz su piel, alimentándose del placer contenido y el deseo reprimido en cada uno de sus rincones. Se deslizaba sinuosa por un cuerpo abotargado, de mente ausente y alma consumida cuya única función era sucumbir al lametazo de su trayecto acelerado en cuyo apogeo, sabiéndose soberana y esclava, se precipitó desde una frente perlada, sólo iluminada por los decadentes reflejos de una amoralidad televisada.

SOBERVIA: '
Un hombre libre'
Existió una vez un hombre, un hombre libre que aparentemente no debía pleitesía a ningún Rey, ni ningún tirano lo ocultaba bajo su sombra. Era un hombre libre, dueño de sí mismo, encerrado bajo los muros de su ser, custodiado por sus convicciones, sepultado por el suspiro de sus anhelos.
Existió una vez un hombre, un hombre libre, que soñaba con escapar de sí, con volar sobre la alambrada de su vida y correr descalzo más allá del horizonte de sus posibilidades.
Existió un hombre así, un hombre libre, que se sabía cautivo por cuanto amaba de sí mismo.

ENVIDIA: 'Sombra'

El último vistazo furtivo no disipó aquella sensación de acoso, así que aceleró el paso. Al llegar apresurada al portal decidió volverse, pero sin resultado, hasta que miró hacia abajo para descubrir en el suelo una vida a la expectativa que la observaba de soslayo. Entre enternecida y divertida se agachó para acariciarle la cabeza. "Te llamaré Envidia" - le dijo.
Envidia mascullaba casi sin aliento, maldiciendo lo rápido que la vieja y loca Felicidad olvidaba que siempre permanecía un paso tras ella.

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Ya sabéis, no pequéis. Que luego da por contarlo.

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