Anoche acudí a una cena de amigos, cosa de las fechas. En el nutrido grupo había amigos de más de una década, parejas y falimia, todas personas a quienes la vida -y que Huesca es pequeña- había ido colocando en posiciones incluso antagónicas, hasta el punto de que algunas eran curtidas sindicalistas o activistas y una de ellas, un cargo público del Partido Popular.
Podrás imaginar que la tensión se palpaba nada más entrar, y yo, que iba como acompañante, tuve un par de momentos-dilema. Como estoy seguro de que este tipo de cenas (quizás no tan directas) sucederán en muchos hogares, quizás te puedan resultar útiles estas notas. Diferenciaré entre:
Mis notas sobre lo que ocurrió allí:
- "Amigos": Los que tienen una relación permanente o histórica. Tienen vínculo entre ellos. En concreto, el amigo cargo del PP será "A".
- "Externos": Acompañamos, nuestro vínculo es principalmente con alguno de los amigos o con un externo de uno de los amigos.
Mis notas sobre lo que ocurrió allí:
- Para empezar, no se trata de diferenciar entre la persona y lo que hace. Eso es ser mal amigo (para amigos) o hipócrita (para externos).
- Había que entender que la situación es radicalmente distinta desde el punto de vista de un amigo o de un externo.
Sin embargo, los externos (que sí podíamos elegir ver encarnados los recortes del PP en A) pudimos escoger entre tres posturas, que efectivamente se dieron:
Yo elegí la tercera opción, y aproveché un momento anterior de tú-a-tú para decirle a A lo que creía, en lugar de aprovecharme de la mayoría del grupo. Considero igualmente válida la postura 2, pero reconozco que hubiera criticado de ser mayoritaria a quienes sostuvieran la 1. ¿Y tú, qué hubieras hecho?.
- Soltar nuestro speech sobre la política del PP, participando en transformar aquella reunión de amigos en un juicio popular (y dada la proporción 18:1), en un ataque sin piedad).
- Irnos, dejando a nuestro amigo solo pero evitando tanto el conflicto anterior (por respeto a que A es amigo de nuestro amigo) como, por lo mismo, aguantar en la tercera opción.
- Quedarnos, y confiar en que fueran sus amigos -cuya crítica A no sentiría como un ataque- quienes le transmitieran su sufrimiento.
Yo elegí la tercera opción, y aproveché un momento anterior de tú-a-tú para decirle a A lo que creía, en lugar de aprovecharme de la mayoría del grupo. Considero igualmente válida la postura 2, pero reconozco que hubiera criticado de ser mayoritaria a quienes sostuvieran la 1. ¿Y tú, qué hubieras hecho?.
2 comentarios:
Me gusta el post. Es una reflexión interesante y muy respetuosa.
Para mí, la opción más correcta es hablar las cosas cara a cara y en privado. Siempre. Con normalidad.
Y por encima de todo, antes de criticar a nadie, examinar nuestro propio corazón. Porque buscar culpables es siempre una forma fácil de eludir la propia responsabilidad.
Y algo de eso hay también en la situación que vivimos.
Estoy de acuerdo, aunque a veces los problemas de un grupo deben tratarse en grupo (realmente creo que es preocupación por esa persona), y que cada cual sea crítico con cuál es su responsabilidad en cada situación, tanto para hacer crítica como para saber si es el más adecuado para hacerla.
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