Por qué no como carne

14 enero 2012

Lisa tenía un corderito
©Matt Groening
Hay miles de páginas y blogs donde gente explica este tipo de decisión, y si las buscas encontrarás en ellas dos cosas en común: tratan de explicarse, porque se ven constantemente interpeladas por la gente de su entorno; y profundizan poco en el origen y sentido de ese cambio. Más que escribir sobre las razones por las que me hice vegetariano, aunque las introduciré, prefiero hacerlo sobre los motivos, o dicho de otra forma, el cómo una persona llega a cuestionar y modificar su vida, lo que no sólo se puede aplicar a dejar la carne. Para dejarlo claro, cómo alguien acaba haciéndose la pregunta de ¿me beneficia o no?, y actúa sobre sus hábitos.
Para empezar es necesario informarse bien, ya que cualquier acción es al fin y al cabo moverse, vencer la resistencia del presente, y para eso se necesita al menos una razón poderosa o unas cuantas razonables. Las razones son imprescindibles para que una acción permanezca y no quede en una pose o una moda, y para que actúe de forma consciente y consistente. Por así decirlo necesita de motores y combustible.
En el caso que nos ocupa, hay mucha información disponible que toca muchos temas, pero trataré de agrupar algunos en tres niveles, de "crudas a más cocinadas" en forma de preguntas sobre comer carne:
  1. Lo posible. Razones de autoconservación ¿En qué afecta a tu salud directamente?, ¿qué significa ser omnívoro?, ¿qué impacto tiene la crianza de carne industrial en el medio -agua, energía, superficie cultivable, biodiversidad. clima...- y en la gente, en tu comunidad y en el mundo?, ¿es sostenible económica, social y medioambientalmente?, ¿es "democratizable", o por contra siempre necesita perjudicar a alguien para ser posible?.
  2. Lo correcto. Razones éticas ¿Cuál es la diferencia entre sentir y sufrir?, ¿es la consciencia un raro don, o un rasgo evolutivo y por tanto gradual y compartido?, ¿nos benefician los valores de fondo de la explotación animal -cosificación, dominación-?, ¿en qué relación moral respecto al resto de la naturaleza nos coloca: de responsabilidad o de inconsciencia?.
  3. Lo deseado. Razones estéticas ¿Carne por razón o por capricho?, ¿son irreproducibles sabores y texturas?, ¿qué queda de antropológico, de original y característico, en una explotación programada?, ¿en qué medida nos aporta ignorar el resto de dimensiones anteriores en un acto cotidiano?.
Sea llamados por la urgencia, la razón o la curiosidad, la información conducirá al dilema (o lo que en psicología se llama Disonancia cognitiva*). Y no es una cuestión de 'fuerza de voluntad' para lo que se pueda estar dotado o no, sino que sencillamente resulta evidente si en la balanza acaban pesando más las razones para hacerlo o las que no. Por una parte tendremos la inercia para seguir igual, basada en costumbres y convencionalismos, y por otro las motivaciones para cambiar, fundamentadas en razones y conveniencias creadas por la nueva información.

Cuatro observaciones al llevar a cabo esta idea:
  • El mismo hecho de permanecer o cambiar no puede constituir una razón para lo uno o lo otro. Debemos lograr diferenciar y descubrir los sofismas y la autojustificación que bloquean el proceso de decisión para descartarlos.
  • En la mayoría de estos procesos suele haber al menos una razón para no cambiar, aunque suelen tener solución en dilemas futuros. Sin embargo, ninguna razón desaparece por estar en minoría: también hemos de ser conscientes de nuestros propias contradicciones.
  • Valorar el peso de una razón es diferente a considerar el esfuerzo de romper su rutina (que es inconsciente). La voluntad necesaria para hacer o dejar de hacer algo en un tiempo razonable no se mide en función de la importancia que damos a conseguirlo, sino del valor que nos damos a nosotros mismos. Así que lo fácil puede parecernos por norma lo mejor cuando nos falla la confianza.
  • Ningún cambio será perfecto y definitivo, porque cada persona tiene tantos dilemas pendientes como momentos, sin embargo agobiarse por eso sólo nos lleva al cinismo. Hay que disfrutar de ir abordándolos, lo que tiene como premio aportar la coherencia con la que al final estamos más a gusto con la forma en que vivimos.
Y de esto va todo. He aquí el quid de la cuestión. 
Soy vegetariano porque es lo más coherente con la realidad a mi alcance, lo que me permite despreocuparme por lo que me inquietaba para poder dedicarme más intensamente a disfrutar de lo que me hace feliz.
Y sí, el otro camino sería desconocer, pero eso le quitaría la diversión :-)


Actualización (25/3/12). Pues resulta que a esto la psicología le había puesto nombre ya: Disonancia cognitiva. Wikipedia dixit:
tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. [...] percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes.
El concepto fue formulado por primera vez en 1957 por el psicólogo estadounidense Leon Festinger en su obra A theory of cognitive dissonance. La teoría de Festinger plantea que al producirse esa incongruencia o disonancia de manera muy apreciable, la persona se ve automáticamente motivada para esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí, constituyendo una cierta coherencia interna.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo y muy conciso!

Jorge Luis dijo...

¡Gracias!

Publicar un comentario