Sin Aragón, no

29 octubre 2016

"Nos, que cada uno de nosotros somos igual que vos y todos juntos más que vos, te hacemos Rey si cumples nuestros fueros y los haces cumplir, y si no, no". 
Aquella fórmula con la que las crónicas dicen que hacíamos reyes en Aragón tiene mucho que ver con la investidura de hoy. Nos recuerda el reconocimiento histórico de la dignidad personal, de la prioridad de lo común sobre los intereses particulares, la importancia de los históricos fueros como freno ante el despotismo y sobre todo, el germen contestatario ante el absolutismo ya en aquellos siglos. Porque es el mismo Mariano Rajoy que hoy se inviste presidente el que con mayoría absoluta se olvidó de nuestro Aragón en continua despoblación y sin inversiones, del Canfranc y la descontaminación del Lindano, o quien envió a su valido el Sr. Soria, azote panameño del autoconsumo y las energías renovables, a evitar que desarrollemos nuestro enorme potencial energético y de empleo.
Es el mismo de la Ley Mordaza y la LOMCE; de la inacción frente al Cambio Climático, de la reedición del Plan Hidrológico Nacional vía comercialización de derechos de concesión entre cuencas; el de la corrupción, los recortes y el bloqueo empeñado en secar el fondo de pensiones, la financiación autonómica de la sanidad y la educación o el FITE. El mismo Mariano Rajoy a cuyo proyecto de gobierno nos opusimos en campaña el resto de opciones políticas, incluso algunas de las que ahora han decidido coronarle. Dos campañas, a falta de una, en las que explicamos alternativas a lo hecho y propusimos soluciones a lo que viene en camino (la carta de Rajoy prometiendo nuevos recortes a Bruselas o su apoyo directo al CETA y TTIP en contra de los derechos y economías rurales son ejemplo suficiente). Por eso obtuvimos en suma más apoyo. Y pese a ese clamor por el cambio, no serán las urnas sino la compactación del bipartidismo lo que va a imposibilitar que nada cambie.

La investidura de hoy sabe a Historia, y los momentos históricos siempre reclaman memoria y dignidad. La memoria necesaria para construir una oposición que no olvide de dónde venimos y cómo algunos dieron cambiazo cuando se les pedían cambio. Una oposición pedagógica que explique a las propias instituciones el cambio que ya ha hecho la sociedad. Y dignidad para seguir reclamando, ante estas instituciones y dentro de ellas, la justicia y los derechos que ayer nos indignaba que nos recortasen. Y con memoria y dignidad les diremos a quienes parecen haberse resignado que no hay miedo al futuro, y que seguiremos diciendo alto y claro que sin Aragón, no.

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