Comenzaron subiendo poco a poco el volumen, desde pedir, pasando por exigir y después a amenazar. Dijeron que el canon salvaría la música cuando todo el mundo sabía que lo que intentaban salvar era la industria de la que tetan, que un club privado no iba a repartir un impuesto revolucionario que siquiera debería repercutir en el consumidor.
Han conseguido hacer creer que su delito es justicia y cargarnos un muerto que no es tal, convirtiendo nuestros derechos en delitos que debemos pagarles.
Hoy la música muere, y tú eres el delincuente.
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