Auroras

12 septiembre 2006

Auroras hay muchas, pero me he interesado especialmente (porque me han picado y porque le faltaba color al blog) por las boreales (o australes), en particular en su origen y colores.

El origen está suficientemente argumentado y probado, y de momento no hay razón para pensar otra cosa. El viento solar es un batiburrillo de electrones y protones que cada cierto tiempo el astro rey 'eructa', por así decirlo. Estos vientos cubren la enorme distancia hasta nuestro planeta en pocos días (se acepta una velocidad de unos 450 km/s) e impactan contra él. Por suerte, como la mayoría de los planetas, tenemos un campo magnético que nos sirve de escudo y deflecta esas partículas cargadas. Y, como todo imán, el campo magnético terrestre tiene polos (un poco desviados de los polos geográficos, pero por ahí andan) y esta orientación magnética crea unas zonas en las que parte de las partículas quedan 'atrapadas' en movimiento. A estas zonas se las llama Cinturones de Van Allen y son una especie de anillos de éstos electrones y protones.

Cuando la fuerza cantidad de partículas es importante, llegan a impactar contra la ionosfera (partes altas de la atmósfera), principalmente en los polos por estar las líneas de campo magnético más juntas, una zona donde el aire que aquí abajo respiramos está cargado y disociado (vamos, un caos). Cuando esto pasa los átomos de N y O empiezan a absorver y liberar energía en forma de luz, formando esos destellos.
Esto explica, por ejemplo, que las auroras formen anillos. El fenómeno no es único de la Tierra, y hay imágnes del Hubble de auroras de Júpiter o Saturno.
Además de por la acción del viento solar, las auroras tienen otros orígenes minoritarios. En resumen, todos los que produzcan una distorsión del campo magnético y una cantidad importante de electrones libres. Durante la guerra fría se llevó a cabo el Proyecto Argus, inspirado por un ingeniero, Christofilos, que consistió en provocar artificialmente un cinturón de radiación y, así, una aurora polar sobre el ecuador a fuerza de bombazos a gran altura, en particular sobre el archipiélago de Samoa. Y lo consiguieron. Estas pruebas dejaron de hacerse cuando una resolución de la ONU las prohibió (los rusos también andaban haciendo cosillas así).
Para gustos... colores
Las formas y colores de las auroras cambian relativamente rápido (es lo bonito que tienen) durante minutos e incluso horas, dependiendo de la altura donde se forman y la especie con que se encuentran. Y aquí es donde empezamos a hablar un poco de química...

El oxígeno es responsable de los dos colores primarios de las auroras, el verde/amarillo de una transición de energía a 557.7 nm y el rojo lo produce una transición menos frecuente a 6300.0 nm. El nitrógeno atómico, al que una colisión le puede arrancar alguno de sus electrones más externos, produce luz azulada, mientras que las moléculas de nitrógeno son muy a menudo reponsables de la coloración rojo/púrpura de los bordes más bajos de las auroras y de las partes más externas curvadas.


- Tirando de wikipedia.
Estas transiciones energéticas son lo mismo que pasa cuando encendéis un tubo fluorescente. Los átomos de éste se cargan con la energía de la corriente y la devuelven en forma de luz.

Por cierto, si buscáis auroras, no lo hagáis en verano, los cielos no están lo suficientemente oscuros y no se ven. Para más información sobre acechar auroras, mira aquí.

Algunos vídeos:
Aurora1
Aurora2
Aurora3

No hay como mirar un cielo estrellado para darse una ducha de humildad.

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